No se podría entender el concepto de Escuela Kerbest sin plasmar primero el espíritu que la impulsa, la base humanista y centrada en el conocimiento sobre la que pivota surge del arraigo a la tierra, de una familia cuyos pies, cuyas esperanzas y anhelos, estuvieron siempre en el trabajo firme, pegados a su tierra, elaborando el día desde la madrugada y proyectando líneas de futuro lentamente, sin miedo, porque la valentía es imprescindible para evolucionar en cada paso, también en ésta iniciativa tan trascendente, que significará un antes y un después para una  zona que aún no imagina lo que supondrá de riqueza.

Tampoco sería posible encuadrar esta propuesta obviando la figura de Alberto Pascual. Consciente de los retos a los que se enfrenta la sociedad, atento a los cambios, empeñado en fundamentar algo de lo que sus hijos se sientan orgullosos, su legado, el legado de una forma de entender la vida. Decidido a que el pasado no se pierda en la memoria de los que nos dejaron y que sea eso fuente también de la herencia a las generaciones venideras. Quien olvida qué fuimos cierra la puerta a tejer una linea precisa en búsqueda de un futuro mejor.  A la par, su planeamiento abarca todo lo que seremos, abre puertas a la investigación, a las nuevas tecnologías, a la sociedad del conocimiento, a los avances en cualquier materia que pudieran mejorar la vida de la gente, pero sobre todo en aquellos que nos podrían hacer una sociedad más amable, más respetuosa con el medio, más apegada a la sosteniblidad y al equilibrio.

Una escuela es el lugar donde se aprende, fundamentalmente un sitio seguro en el que de lo que se trata es de abrir puertas, de compartir conocimientos, y la Escuela Kerbest nace de esa visión de Dewey en la que escuela y sociedad van ligadas indefectiblemente, enfocando la enseñanza de una forma pragmática y experimental  y destacando la experiencia y la participación activa de los estudiantes, uniendo asimismo la reflexiones de Rousseau sobre la necesidad de educar desde un punto de vista naturalista, en el que el aprendizaje debe ser acorde con la naturaleza humana y con la tierra.